Como primer articulo de mi blog -de viajes?- contaré la historia de mi iPod que recurrió más quilómetros que yo.
La contaré en español porqué se lo debo a mi amigo argentino Ariel, de Buenos Aires, que conocí durante una cálida tarde de marzo en Udaipur, India. Udaipur es preciosa, lugar ideal para descansar de todo lo que India lleva con si, de su locura, de sus ruidos a veces insoportables pero totalmente imprescindibles. Le llaman “la Venecia de la India”; en común hay agua -que en ese caso es un lago- pero yo creo que basta con añadir las tres palabras “de la India” para dejar de tener posibilidad de hacer comparaciones. India es un mundo a parte, que sea la tranquila Udaipur o la loca Kolkata.
Pues yo en Udaipur me dejé mi amada toalla de Brasil. Que me sirve de toalla para la playa, para la ducha, para la mesa -tras lavarla, lo prometo- es decir: me sirve de todo. Pero antes de dejarme la toalla en Udaipur, también me había dejado mi hermoso iPod verde en Agra, otro lugar increíble. Será casualidad que al final de un viaje tan breve pero tan intenso empece uno a dejarse de todo por todo lado? Será esto fruto de un inconsciente deseo de quedarse en el lugar, o tan solo del relajamiento final, cuando puede uno permitirse no preocuparse tanto de recoger siempre todo en la mochila, porqué ya en cuanto uno vuelva a casa puede “volver a encontrar de todo”? Yo no lo sé, pero en mi caso quiero ser romántica y pensar que sea la primera opción.
De Udaipur yo me iba a ir hacia el oeste, es decir de vuelta a Mumbai. Ariel, tomándose su mate, me comentó que iba a viajar exactamente en dirección opuesta, y hacer etapa en Agra -ça va sans dir. Pues por qué no intentar volver a conseguir mi iPod simplemente así, de mano en mano?
Pues le pedí a Ariel que en cuanto llegara a Agra fuera a recogerlo en el hostal de ahí que, por cierto, se llamaba Hotel Sheela -como la mitad de los hostales en la India- y fue uno de los mejores donde nos quedamos, donde por primera vez por la mañana no eran los cuervos a despertarnos sino el canto de los pájaros. Que romántico, otra vez.
Esto pasó entorno al 18 de marzo, y a los diez días más o menos mi iPod estaba en las manos de Ariel. Preparado para viajar mucho más de lo que hice yo. Ariel se lo llevó a Varanasi y Kolkata -que el iPod ya conocía a través de mi, y que son quizás los dos lugares, de los que conocí, donde con más ganas me habría vuelto. El iPod lo hizo, yo no. Luego a Thailandia, Myanmar, Camboya, y al final Vietnam.
Fue en Ho Chi Minh City, Vietnam, donde por cierto yo y mi iPod habíamos estado juntos exactamente un año anterior, que Ariel conoció a Joel, un mochilero alemán que acababa de recorrer Australia y Sur-oeste asiático y que de ahí a poco se iba a volver a Berlín. Entonces era el 5 de mayo. Otro “pasaje de manos”, Ariel le dio mi iPod para que me lo llevara a Berlín.
Pues ayer, 15 de Junio, he quedado con Joel y he vuelto a recibir mi iPod. Ya se me había olvidado de como era, solo me parece más nuevo y más limpio. A pesar de los quilómetros recorridos, a pesar de los “pasajes de manos” que ha vivido. Lo bien que le hace a uno viajar!
Gracias Ariel por el cariño con el que has guardado mi iPod, espero que un día pueda acompañarme a verte a Argentina.